martes, noviembre 28, 2006

La memoria del gol ( Parte I )


Goles son amores. Pero hay goles y golazos. Éstos últimos se ven de vez en cuando: grandes disparos lejanos, remates difíciles, regates múltiples o preciosas jugadas de equipo. Éstos son los que nos gusta ver. Pero luego hay una categoría sólo clasificable en el apartado de obras de arte. Son rarísimas y sólo posibles de realizar por unos cuantos elegidos. El sábado pasado vimos una. Realmente no somos muy originales, porque no hay rincón deportivo en el que no se hable de ello, pero es que el cuarto gol de Ronaldinho ante Villarreal es una creación tan sublime que no se puede hacer otra cosa. Es lo que tiene el arte: te atrae, te absorbe, te inspira y te evoca a otros mundos maravillosos. Lo que hace en el mundo del fútbol es llevar a la memoria por un recorrido de imágenes que puedan competir en belleza con lo que uno acaba de ver. Y es entonces cuando la memoria futbolística se engrandece al devolver al presente grades imágenes históricas.

El que escribe tan sólo ha vivido un cuarto de siglo futbolístico, pero ya alberga en la memoria algunas de esas joyas del arte balompédico. Y es que creció en la época dorada de un tal Maradona. Un señor bajito y regordete con una varita mágica en forma de pie izquierdo. Éste ha dejado en la memoria colectiva tantos de una factura excelsa: el más famoso es el segundo a Inglaterra en los cuartos del mundial de México 86. Pero hay más, mucho más. Como aquel que le hizo a River en el superclásico del fútbol argentino humillando a su defensa o el del recorte abusón al Madrid en la final de Copa. Hay otro menos conocido pero de una belleza incalculable y es el que hace con el Barça en el Pequeño Maracaná de Belgrado ante el Estrella Roja: es una contra diabólica en la que Diego recibe en carrera el en círculo central, con un solo toque de puntera deja atrás a dos defensores y a unos 35 metros de la portería y fuera del área ve al portero adelantado y le pica el balón hasta el mismo cielo para que caiga perfecto en el interior de la red. Una maravilla.

Un par de años más tarde había en Europa otros dos delanteros colosales que consiguieron tantos bellísimos y memorables. Uno era el delantero mexicano de Real Madrid Hugo Sánchez, “Hugol” para los merengues: una bestia. Un tipo que remataba los balones de todas las formas y en cualquier posición. Posiblemente el mejor rematador que han visto los campos españoles en la historia. Es imposible enumerar los goles que convirtió de chilena o de remates en plancha a un palmo del suelo. Pero es que encima tiraba las faltas de maestro. Nunca olvidaré un gol en el Sánchez Pizjuán en el último minuto que daba la victoria al Madrid: era un golpe franco a más de cuarenta metros del arco que defendía el mejor portero del mundo en aquel tiempo, el ruso Dassaev (en Sevilla lo llamaban “Rafaé”). Hugo puso un misil en la mismita escuadra izquierda sevillista, haciendo enmudecer a todo el coliseo hispalense.

Hugo era un crack. Pero hubo alguien que lo ensombreció en Europa y le birló un par de Balones de Oro. Se trata de un genio del fútbol llamado Marco Van Basten. El holandés fue uno de los delanteros más versátiles de la historia. Hizo goles de fuerte disparo, de cabeza, de larga jugada con regates... Pero entre todos destaca uno: el gol del año en 1988 y uno de los goles más importantes de la historia del Holanda. Quien lo vio en vivo o lo ha visto en vídeos no lo olvidará nunca. Fue la final de la Eurocopa 88 ante la URSS. Van Basten marcó el segundo para “la naranja mecánica” en un remate de bolea impresionante que se coló por la escuadra soviética tras volar durante unos segundos por el aire de Munich. Es, para mi, la bolea más bonita de la historia y, además, significaba el único título de selecciones en la historia del fútbol holandés.





5 comentarios:

Luisen dijo...

Joé nene... se nota que tienes tiempo ¿eh? jajaja

Que no!! Joé, que está mu bien logrado el artículo este... has sacado del baúl de mi inconsciente bellos goles, magníficas jugadas y placer...mucho placer futbolero...

¿Recuerdas ese gol de Cruyff que marca de espuela tras un salto inverosímil? ¿A quién fue? ¿Al Atlético de Madrid? Bueno... es un gol muy muy visto... pero aún así me parece de una estética maravillosa...
Y bueno, qué decir del golazo de Romario al Real Madrid dejando a Alkorta buscando su cintura 3 días después por el área del Nou Camp tras esa "cola de vaca"...

Goles son amores dicen, y yo estoy enamorado.

PD: Esa foto de Maradona firmada la tengo en fotografía con la mísma dedicatoria...jajaja

Un abrazo.

Carlitos dijo...

jajaja, es la de siempre!! Pero que guapo está!!!
Ya está lista la segunda parte...y habrá tercera. Mientras espero ávido tu debut en el blog

Anónimo dijo...

El articulo está muy chulo. Yo añadiria una cosa; No hace falta ser un crack para meter golazos, a todos se nos aparece la virgen de vez en cuando. estoy seguro que en campos de 2b se hacen tambien grandisimos goles, lo que ocurre es que no tienen tanta relevancia.

Sobre la bolea marco (digo marco por que es colega... jajaja) añadiria la de cidane en la final de la champion. Si cuando eres pequeño te tienen que enseñar a chutar una bolea te tienen que poner ese video; como gira el cuerpo, flexiona la rodilla y golpea con la fuerza justa para no darle al marcador.

Un abrazo

Luisen dijo...

Solo una cosilla Juanito... Zidane ¿vale? con Z... es un grande entre los grandes y debemos hacer honor a su nombre...jajaja.

Anónimo dijo...

Has visto el gol del Eldense este fin de semana??

Si es que no hay nada como ser un jugador de primera división...

Un saludo!