sábado, agosto 25, 2007

Era una vez...

… un circo, ¡que alegraba siempre el corazón! Amigas y amigos, la temporada 2007/2008 de Fútbol Profesional está a puntito de dar sus primeros pasos. Esto es como la vuelta al “cole”: todos están contentos, ilusionados, con lápices y cuadernos nuevos, deseando ver a los amigos de siempre; aunque siempre está ese bandarra que te amarga la existencia desde la última fila de pupitres. Así es la Liga, ya nadie se acuerda de los tropiezos pasados, e incluso algunos ni se acuerdan de las victorias (de los bandarras siempre se acuerda uno, que le vamos a hacer), pues la pretemporada ha sido bochornosa en más de un caso. Me refiero, por ejemplo, al Real Madrid, que no podía haber empezado peor el curso balompédico. El problema es que los males no están en el presente, sino que muchos buscan la tosca y lejana sombra de Capello, no se sabe bien si como remedio salvador, o como quien se pone esa chaqueta horrible, pero que todo el mundo dice que te queda tan bien. Y es ahora, cuando las cosas marchan más lentas de lo normal, cuando el engranaje todavía chirría, cuando el talonario es más un milagro que un recurso… es ahora cuando muchos se acuerdan de Capello. – ¡Ay Capello!, ¡Qué mal jugábamos, pero que bien ganábamos! –. Normalmente eso es lo que pasa cuando uno quiere ir de exquisito en un fútbol actual donde tentetieso, patadón y “catenaccio” son el pan de cada día. Lo que ocurre es que con Capello, tentetieso y patadón sí, pero ni siquiera “catenaccio”, más bien defensa artrítica pero voluntariosa y muchos, muchos c... ¡balones!

Parece entonces que por Madrid está de moda decir que echar a Capello fue un error. Lo cierto es que sería más que probable que con el italiano de las gafas, el jamón y el dedito a la grada, el equipo blanco no hubiera hecho el ridículo (sí, sí, ridículo) en la Supercopa y en su propio Estadio – demasiado bonito – pensarían algunos – para un fútbol tan mediocre –. Pero igual de cierto es que no puede exigírsele a Schuster que de un mes para otro haga un equipo serio, goleador, que juegue bonito y que encima está en forma. ¡No fastidies! Y es que la prensa deportiva muchas veces equivoca los conceptos; me inclino más a pensar que por querer vender periódicos antes de por ser unos ingenuos recién caídos del árbol. La culpabilidad de Schuster no reside en no haber conseguido armar un equipo en seis semanas, sino más bien en no haberse creído todavía entrenador del Madrid. No se lo ha creído por la sencilla razón de que no se ha impuesto al Presidente y al Director Deportivo que más gasta en gomina de toda la LFP, a la hora de formar una plantilla que llevan planificando desde abril, Sí, sí, desde abril, que es cuando se decidió su fichaje y el cese de Capello, en quien nadie confiaba para hacer un equipo campeón, ni siquiera a ocho jornadas del final.

Ahí está la culpa de Schuster, una culpa que no se sabe bien si es por elegir o por consentir. Y es que no se entiende que decidan la compra de Saviola (también en abril, sí, sí, en abril) y la confianza en Soldado, y en el momento en que llevan tres partidos sin hacerle un gol al arco iris, se pongan todos tan nerviosos buscando un 9 de última hora, con prisas y mucho más caro debido a los caprichos del mercado y el último minuto. Al igual que resulta kafkiano comprender porqué se tensa todo el mercado europeo para fichar a un lateral izquierdo (Drenthe), y de repente resulta que a éste no le gusta jugar ahí y hay que volver con las prisas a fichar a otro… carito, carito, aunque extraordinario jugadorazo, todo sea dicho. Pero otra vez estamos en las mismas, ¿Heinze es central o es lateral? (A mi me encanta de lateral). Si es central, como dice la periodista de la ser María Bretones (¿pero esta chica sabe algo de fútbol?) ¿Para qué narices ficharon los primeros a Metzelder y a Pepe? Por cierto, este último de lo mejorcito, para mi, de la pretemporada, a pesar de sus 30 millones de Euros.


En fin, que la planificación de la temporada del Real Madrid parece a todos los juicios caótica. Se me antoja que Schuster es gran culpable de lo que ha pasado, pero si de una cosa no es culpable es de querer jugar mejor al fútbol Por eso soy de los pocos que hoy piensan que Calderón hizo bien en cesar a Capello. En estos tiempos que corren, el cuerpo le pide a uno ser romántico y pensar que se puede ganar al fútbol jugando bonito, o al menos debe intentarse. Además, no nos engañemos: Capello ganó la Liga porque hubo un equipo que se empeñó en tirarla miserablemente, con repetidas faltas de profesionalidad e implicación (Además del jardín, ya se sabe). Yo confío en Schuster para hacer un buen equipo, aunque asuntos como lo de la planificación mosquean. ¿No dicen que hace falta un mediocentro? ¿Robben juega ahí? Y Sneijder, ¿no es extremo izuierdo? – No pasa nada, que esta tarde viene el Atleti –.


viernes, junio 01, 2007

El mundo al volver

Después de una larga aunque no buscada ausencia, este humilde blog reemprende su marcha por los senderos, descubiertos y por descubrir, de los inhóspitos parajes del mundo del deporte. Muchas cosas han pasado desde febrero, algunas de magna importancia y merecedoras de haber sido analizadas con detenimiento. Pero ante tal imposibilidad, toca hacer balance global de cómo está al patio al volver.

En primer lugar, el patio futbolístico está anegado de emoción, que no de buen juego. Aquí poco ha cambiado las cosas en estos meses, pues el fútbol preciosista y de calidad parece habernos abandonado, al menos por este curso 2006-2007. En lo que sí ha mejorado el asunto es en cuestión de nervios e interés, pues precisamente ese carencia de virtudes ha dejado una clasificación históricamente agolpada a dos jornadas del final. La situación a día de hoy es que el Real Madrid, con los mismos defectos de últimamente, pero con una dosis extra de ánimo y testiculina (probablemente producida por los cuatro años en “blanco”), se ha encaramado al liderato de una Liga que cada vez sabe más a merengue. Los del “Paseo Marítimo de la Castellana” (como dice Mr. Montes), no sólo han encontrado un paraíso floral en las posaderas de su técnico, si no que también han redescubierto a un trío de jugadores que, sólo unos meses antes, parecían condenados al olvido. Y es que Raúl vuelve a marcar (correr, siempre ha corrido), el grandísimo goleador que era Van Nistelroy ha reaparecido y el guante derecho de Becks vuelve a emanar precisión desde la banda. Si a todo ello le añadimos el empuje de Ramos, la pasión de Robinho y la calidad (intermitente, pero calidad) de Guti, tenemos una receta resultona, apta para conseguir un gran título en tiempos de mediocridad.

Al otro lado del río está el Barça. Lo de este equipo, perdónenme la expresión, es para mear y no echar gota. Precisamente la testiculina que sobra en la Casa Blanca, no ha aparecido por Can Barça durante 34 jornadas. Partido a partido, semana a semana, los culés se esforzaban por tirar a la basura una Liga que, simplemente por plantilla y calidad, debían haber ganado en paseo militar. Pero la evidente falta de hambre de unos jugadores que el año anterior consiguieron gran parte de sus aspiraciones, fue enterrando a un equipo que sólo se ha encorajinado tras ceder el liderato de forma vergonzante en aquel partido ante el Betis. Lo normal a estas alturas es que el título se haya escapado definitivamente, y con él la evidente posibilidad de entrar en la historia como uno de los grandes barças de siempre. Pero así es el fútbol: los partidos se ganan en la cancha y con coraje, y no con nombres y contratos millonarios.

El tercero en discordia es el Sevilla. Sinceramente pienso que el juego de éste equipo no es la octava maravilla del mundo, como más de uno ha querido vender. No creo que jueguen bonito, aunque sí muy efectivo. Desde luego, lo que hay que valorar de los hispalenses es su capacidad para crear un gran bloque futbolístico, tremendamente competitivo, en el que puedes cambiar dos o tres piezas, que el engranaje sigue funcionando. Realmente este ha sido el gran triunfo del Sevilla, pues ha podido combinar tres competiciones y encima con magníficos resultados. No olvidemos que el triplete, aunque difícil, todavía no es imposible. La segunda UEFA consecutiva es un logro digno de levantarse y aplaudir, un aplauso si cabe más fuerte para el R.C.D. Español, que no sólo ha hecho una campaña extraordinaria, si no que, a mi juicio, fue merecedor de la victoria en la gran final. Pero volviendo al Sevilla, desde luego que es para estar orgulloso.

En fin, que la Liga está que arde. La próxima jornada probablemente deje todo prácticamente visto para sentencia. Si el Madrid vence en Zaragoza, será indiscutiblemente campeón. El Barça debe ganar los dos que quedan (el primero sin Ronaldinho y sin Eto’o) y esperar el tropiezo blanco. Lo mismo que el Sevilla, aunque, y mucho ojo, podría dar un importante hachaza de perder Barça y Madrid el sábado que viene (algo complicado, pero no descabellado). De todas formas, lo que no sería tan extraño es acabar viviendo un triple empate, si Madrid y Barça empatan contra Español y Zaragoza y el Sevilla gana su compromiso del sábado. En ese caso habría que sacar la calculadora, pues el gol average particular pasa a ser sustituido por goles a favor y en contra, cuestión que, al menos de momento, favorece a los culés.

Ya veremos como queda el patio entonces. Otros patios nos quedan todavía por analizar: el de la Cahmpios League (Milan se vengó del Liverpool), el del baloncesto (con Euroliga, ACB y NBA), el del tenis (Roland Garros en plena efervescencia)... pero el más suculento es el ciclista. En los últimos meses hemos tenido de todo: retirada de Ullrich, hundimiento personal de Basso, clásicas de primavera inolvidables, Valverde puesto en duda, Di Luca en Italia ganado el Giro y, hasta hoy, Iban Mayo resurgiendo de las cenizas y consiguiendo una flamante victoria en una grande. Pero eso, amigos de Preferente sin numerar, será para analizar en nuevas y, lo prometo, más asiduas ocasiones.

lunes, febrero 26, 2007

ESPEJISMO O REALIDAD

Buenas tardes, les escribo desde el asombro y la comodidad de mi hogar.
El asombro viene por ese genio del balón que ha retornado a los campos, y la comodidad, ciertamente ya la conocen ustedes, en la casa de uno como en la de nadie...

Vengo a hablarles de Ronaldinho, sí señores, de ese mago, genio y posiblemente michelínico jugador brasileño...

Unas horas antes del partido yo estaba en Murcia, hablando con mis amigos sobre si un tipo así no podía permitirse el tener michelines, con lo que cobra... con lo que es... miren ustedes por donde, que con el bocadillo y los aritos de cebolla, me tuve que comer mis propias palabras. Porque lo del 10 del Barça es de órdago. Vale, los del Ath. Club de Bilbao lo pusieron fácil, pero madre mía del Señor lo que les hizo en los segundos 45 minutos del partido...pasaré por alto los primeros y su pase a gol para ese chavalete llamado Eto'o.

Tampoco es que quiera tirarme flores con el "ya lo dije"... pero es que sí, YA LO DIJE, hará 2 meses que le dije a un amigo entre Coca-Cola Zero y Ruffles Jamón... "Ronaldinho volverá a jugar bien cuando Eto'o se recupere...y digo más, el Barça volverá a su juego"
Dicho y hecho, ayer volvía el camerunés a ser titular tras una marejada y una tormenta mediática sobre la "crisis" del equipo... y la liaron...vaya que sí.

Si he de quedarme con algo del partido es con la cara de los defensas del Ath. Club de Bilbao, especialmente con la de Expósito (gran defensa por otro lado) tras los regates para salir de la presión del astro brasileiro... su cara y mirada decían: "te voy a dar un cachete como me lo vuelvas a hacer" y seguro que no pensó en la palabra "cachete".

Al acabar el partido, Ronaldinho a sabiendas que todas las cámaras le enfocaban, quiso regalarnos a todos un espectáculo de risa y burla a todos aquellos que quieren desestabilizar al equipo... salió a paso lento, riéndose y mostrando esa tripa (igual metía un poco de barriguita) y bajándose el pantalón para demostrar que tenga 1 o 10 quilos de más, sigue siendo el rey...

Y dejaré para el final esa jugada por la banda izquierda del ataque blaugrana... Eto'o le cede el balón de cabeza a Ronaldinho que viene en carrera, con un sutil toque levanta el balón y se va sin problemas de su marcador, llega al área y Dios mío de mi vida... que me maten que ya lo he visto todo... se deshace de los defensas que le salen al paso con unos toques ligeros y efectivos que hacen pensar que lleva un cordel atado del balón a sus botas... y para finalizar pica el esférico tratando de batir al portero por alto... lástima que éste lo tocase y lo mandase al larguero... flaco favor nos hizo a los espectadores, pero claro...cumplía con su deber.
Ahora... espero que esto no sea un espejismo y podamos disfrutar de un juego similar el resto de temporada... ahora toca el Zaragoza... ¿Tocará espejismo o realidad?

Se despide el reportero más dicharachero de toda la Preferente Sin Numerar. Hasta la próxima.


Fdo: El Niño Milindre

jueves, febrero 01, 2007

Bostezos

El año balompédico empieza con una verdad impepinable: el fútbol es cada vez más aburrido. Y es que últimamente no hay quien soporte un partidito con la atención puesta los noventa minutos. Cada vez importa menos el juego y más el morbo. Parece que capta más la atención cuestiones como el naufragio institucional madridista, los combates de boxeo sobre césped o las siempre divertidas declaraciones de un crack al que echábamos de menos: El machote Luis Fernández. ¡Por Dios, que vuelvan Toshack y Clemente que esto no es lo mismo!. Con lo divertido que son las ruedas de prensa, porque hay que ver que espectáculo más pírrico vemos en el terreno de juego.

Las cuestiones de esta crisis de juego galopante son variadas. Si hablamos del grueso de equipos, la respuesta está simplemente en la tónica que envuelve al fútbol actual en el que aquella célebre frase de “la mejor defensa es un buen ataque” a derivado en “si tienes una buena defensa, para que narices vas a atacar”. Con lo cual el juego se transforma en un soporífero espectáculo en el que los entrenadores, cuando al final de los noventa minutos terminan con su puerta a cero, marchan al túnel con una pomposa sonrisa de satisfacción. Da igual que su escuadra lleve tres partidos sin meter un mísero gol, si la puerta queda a cero es sinónimo de trabajo bien hecho. Algo que sería perfecto si nos olvidáramos de una razón de peso: y es que lo que engrandece al fútbol como tal no es otra cosa que el gol, aunque los Capellos de turno traten insistentemente de demostrarnos lo contrario.

Para colmo, el único equipo que últimamente era capaz de abstraer al espectador de tan desolador panorama con un juego espectacular, atraviesa un momento deprimente. Y es que de todos los equipos de la Liga, el que más tristeza produce sin lugar a dudas es el Barcelona. La cuestión no es que juegue peor que los demás, que probablemente no lo hace, la cuestión es que se espera mucho más de ellos. Se espera mucho más de unos jugadores que han demostrado ser artistas del balón y que en los últimos tiempos tienen más pinta de recaudador de impuestos, pues parece que lleguen cada domingo al campo a recoger el finiquito. De ellos el que más crispa, desde luego, es Ronaldinho. Se trata, sin discusión, del mejor jugador del mundo y, probablemente del mejor malabarista del balón de todos los tiempos. ¿Cómo puede ser que lleve más de cuatro partidos sin irse en el uno contra uno de ningún rival?. Parece otro. Antes recibía y ya estaba pensando en encarar a su defensor por velocidad o, en su defecto, su cabeza ya había maquinado un pase perfecto de primeras a un compañero desmarcado. Ahora recibe el balón y, o lo para y duerme hasta el hastío o hasta que el marcador de turno se lo quita, o intenta ese pase de primeras que hace no tanto tiempo era preciso, pero que ahora parece haberse convertido en un melón. La cuestión es que de cada 10 balones que toca el brasileño, 9 los pierde y eso no puede ser, sobre todo si te llamas Roanldinho. A Turiel, por poner el ejemplo de un humilde jugador de segunda división, pues no puede pedírsele que encare siempre al defensor, o que de pases perfectos de primeras, pero ¿a Ronaldinho?.

La cuestión, quien lo iba a decir, es que uno de divierte mucho más viendo a equipos como el Recre o el Getafe que, aunque no realizan un juego de alardes preciosistas, al menos demuestran una implicación en lo que hacen y una seriedad más que digna. También uno prefiere ver partidos del Sevilla. No nos engañemos, el conjunto hispalense tampoco hace una juego de muchos quilates, pero al menos nos divierte con contraataques veloces y efectivos y, algo que no es poco, con bastantes goles en sus partidos. La situación llega hasta tal punto que últimamente, a pesar del desmantelamiento de la plantilla y de que parece más una guardería que un equipo de fútbol, los partidos del Real Madrid se han convertido en una de las opciones más interesantes. Mucho espectáculo no es que se vea, pero al menos ofrecen intensidad y testiculitis, algo que al menos da emoción. También podemos ver los progresos de algunos jóvenes jugadores que, la verdad, tienen muy buen pinta. Me refiero a los Gago, Higuaín, De la Red y Torres, siendo este último un grandísimo descubrimiento.

En fin, este fin de semana televisan el Valencia-Atlético de Madrid y el Osasuna-Barcelona. Hace un tiempo serían partidos eléctricos, pero visto lo visto uno se plantea darle un capricho a la pareja y prestarle más atención. Bueno, siempre nos quedarán las pachangas de los sábados entre amigos.

viernes, diciembre 29, 2006

LOS MEJORES DEPORTISTAS DEL 2006

NÚMERO 10: NICKY HAYDEN


Indiscutiblemente la gran sorpresa
del año. El norteamericano se proclamó, contra todo pronóstico, Campeón Mundial de Motociclismo en la cilindrada de Moto GP, destronando así, lo que es más importante, al “Doctor” Rossi. Hayden no sólo demostró que es un piloto regular, sino que supo mostrar su temperamento venciendo en el duelo de los nervios al gran Valentino en la última carrera del año.




NÚMERO 9. SEBASTIÁN LOEB


El francés volvió a vencer en el Mundial de Rally sumando su tercer título consecutivo y convirtiéndose en el rey indiscutible de la conducción automovilística fuera de las pistas. Además ha dejado una marca para la historia: 27 victorias en World Rally Car. ¿Alguien da más?







NÚMERO 8. JANICA KOSTELIC

Sin duda, la reina del deporte femenino en 2006. La actuación de la joven esquiadora croata en la Copa del Mundo fue realmente sublime al conseguir el Globo de Cristal venciendo en las disciplinas de Slalom, Gigante, Supergigante, Descenso y Combinada. Casi nada.














NÚMERO 7. RONALDINHO

La magia del brasileño simboliza la de todo un equipo excelente y preciosista que, en una temporada histórica, consiguió el doblete de Liga y, sobre todo, Champions League, la cual nos dejó momentos memorables en Londres, Milán o París y goles de crack del carioca como el 1-0 al Chelsea en el Camp Nou.













NÚMERO 6. DWAYNE WADE

Probablemente el mejor jugador de baloncesto del mundo. Llevaba un par de años amagando y en 2006 explotó definitivamente, liderando a los Miami Heat a la consecución del Anillo de la NBA y siendo nombrado MVP de las finales con el permiso del eterno Shaquile O’Neill.













NÚMERO 5. ASAFA POWELL

El hombre más rápido del Universo, no sólo batió el record de 100 metros sino que lo igualó dos veces más demostrando que no fue casualidad. Su duelo con Justin Gatlin se hubiera merecido el nº 1 de no ser por la sempiterna sombra del dopaje que invalidó todos los records de este último.






NÚMERO 4. PAU GASOL

Como líder indiscutible de un grupo de jugadores inolvidable que consiguieron este año, lo que ya habían apuntado de Juniors: el Mundobasket 2006. Además Pau realizó una temporada espectacular llevando a su equipa a los Play-off de la NBA y jugando el partido de los All Stars: simplemente histórico.













NÚMERO 3. FABIO CANNAVARO

Como capitán de la Selección Italiana de Futbol ganadora del Mundial de Alemania 2006. Completó un torneo extraordinario que le valió el Balón de Oro, el FIFA World Player y un pase millonario al Real Madrid.














NÚMERO 2. FERNANDO ALONSO

Si el año pasado fue el Campeón del Mundo más joven de la historia, este año otra vez. Además luchando contra un gran Schumacker y contra los elementos. El record de Fitipaldi ya tiembla.











NÚMERO 1. ROGER FEDERER

Por ser, un año más, simplemente el mejor deportista del planeta. Se ha convertido, por méritos propios, en el indiscutible mejor tensita de la historia. Y es que el suizo gana en todos los terrenos: hierba, tierra, césped, cemento y pista rápida: un auténtico crack.

domingo, diciembre 17, 2006

Recuerdos Y Maldiciones

Otra vez igual... como 14 años atrás... aquella vez también fue un brasileño, un tal Sao Paulo, liderado por un espléndido Rai... Partíamos como favoritos, éramos los mejores, el "Dream Team"... pero llegó una fría mañana en Japón y aquel equipo, que para nada podría ganarnos jamás según todas las encuestas y todos los periodistas, nos clavó 2 chicharros y nos robó la ilusión de tener nuestro primer título Intercontinental, de nada sirvió el gol de Hristo Stoichkov que nos puso por delante... porque llegó la magia de aquel maravilloso jugador, admirado y odiado a la vez... Rai.

De nada sirvió la magia de Michael Laudrup, de nada la potencia y garra de Jose Mari Bakero, para nada la genialidad de Julio Salinas...

Hoy nos volvió a pasar como entonces. Ni la magia de Ronaldinho, ni la casta de Giuly, de nada la clase de Deco... ni la potencia de Puyol... hoy nos ganó (sinceramente, dudo si merecidamente) un equipo brasileño por el cual prácticamente nadie daba un voto de confianza.

Lo realmente extraño no es que haya ganado el Internacional de Porto Alegre, sino que lo haya hecho como lo ha hecho. Alexandre Pato estuvo vagando por el campo, tan solo dió un susto al rematar un corner semilibre de marca, Edinho desaparecido en el encuentro, Fernandao totalmente deshinchado... el único que le puso algo de casta fué Iarley, comandando la nave brasileira a buen puerto... y en un contraataque, allá por el 82 de partido, con la velocidad del recién entrado Luiz Adriano, recibiendo el balón de Iarley... ya sabéis qué pasó después.

El F.C. Barcelona estuvo falto de mucho... sobretodo le faltó pegada y se echó de menos la magia de Ronaldinho (yo también eché de más las frivolidades de tacón y cosas así...). Ya lo había avisado Frank Rijkaard: "...las finales a un partido son peligrosas..."

Bueno, ahora sólo queda esperar y aguantar. Esperar otra oportunidad como esta, con un equipo en uno de susmomentos más dulces, habiendo conquistado Champions League y Liga, faltó el triplete. Y toca aguantar, sí, aguantar los comentarios, eso creo que será lo más duro... Raúl Bravo estará muy contento el día de hoy.

Esta ha sido la crónica del día, desde Alicante, un saludo de Luís Enrique, corresponsal de "Preferente Sin Numerar".

Hasta la Próxima.

domingo, diciembre 03, 2006

La memoria del gol (Parte III)

A veces los goles bonitos no significan nada, sólo un grato instante de belleza y regocijo, pero sin más trascendencia que la pura estética. Pero cuando se juntan al tiempo arte y trascendencia, la obra cobra una perpetuidad imborrable. Los barcelonistas que lo vivieron (me atrevo a decir que cualquiera que lo vivió) nunca, jamás de los jamases olvidarán aquel gol de Rivaldo al Valencia, como jamás de los jamases olvidarán la pérdida de compostura de un presidente en un palco, en el momento en el que el fervor fanático aflora por los poros de la piel. Y es que la épica es así, un equipo puede tener una plantilla floja, un técnico deficiente, un fútbol feo, pero si tiene un crack... si tiene un crack todo puede cambiar en un instante, o en dos, o en tres. Y es que aquel último partido de Liga enfrentaba a los dos equipos que peleaban por la última plaza de Champions: al Valencia le valía el empate y el Barça necesitaba ganar. Los de la capital valenciana hicieron un partidazo; se adelantaron una vez y una genialidad del mago de turno empató el partido. Se adelantaron otra vez y el mismo mago se encargó el solito de empatar, pero no valía para nada. Un equipo desquiciado vagaba sobre el campo hacia el minuto 45 del segundo tiempo y ante 90.000 espectadores en plena depresión, cuando llega el momento decisivo. Un balón desesperado a la frontal del área y el mago se da cuenta de que o resuelve él, siempre él, o no hay nadie más. En ese momento inventa una chilena increíble que se coloca justito a la cepa del poste para entrar como una exhalación en la red de Cañizares: un GOLAZO imposible e indescriptible. Los que lo vimos por televisión lo tenemos grabado a fuego, pero... ¡¡No me quiero imaginar los que lo vieron en directo!!

Y es que Rivaldo era increíble. Era el siguiente brasileño en la saga de la fantasía y la invención. Era, y es (a pesar de su edad) un jugador capaz de llevar él solito a un equipo hacia donde guste. Ha dejado un legado de tantos maravillosos, pero destacamos el de aquella noche por su importancia. El que ha tenido el gusto de verlo en directo sobre el césped no olvidara nunca a Rivo y su brillantez. Y hacemos hincapié en el hecho de estar presente porque es importante. Hay goles espectaculares que ves desde tu casa y te crean alegría y buenas vibraciones, pero la emoción que uno siente cuando ve un golazo en la cancha... esa emoción no tiene parangón.

Por ello me gustaría terminar con este repaso de goles de museo y que le han marcado el recuerdo a quien escribe y a muchos más, hablando de los recuerdos de estadio. Lo bonito de esto es que cualquier amante del fútbol tiene alguno (o muchos). No tienen porque marcarlos estrellas, ni siquiera ser de Primera División o ser tan bonitos como los que hemos relatado. Basta con ser momentos especiales, de belleza indiscutible y que uno a vivido al 100 %. Para colmo, a veces incluso no los ha marcado tu equipo, sino que los ha recibido: recuerdo, precisamente, un gol de falta directa de Rivaldo en Alicante y vistiendo la elástica del Deportivo de la Coruña que... para qué contar: impresionante, de esos que te hacen levantarte y aplaudir.

A otra escala jamás se me olvidará el primer gol que vi en directo en el Camp Nou. Fue una jugada de billar que empezó en campo propio con un pase en profundidad interminable de Frank de Boer que Kluivert bajó al suelo de un solo toque de tacón, habilitando a Saviola para que, desde la frontal, la colocara pegadita al palo de Prats. Fue el 1-0 de un partido sabatino contra el Betis imposible de olvidar. En cualquier lugar de España, Europa o América tendrán sus propios recuerdos. Un alicantino seguro que recuerda golazos de Jankovic (vaya chicharros de fuera del área), de Rodríguez, de Manolito Alfaro... Y ya más cercanos, algún disparo precioso de Cámara o Moisés desde larga distancia. También me viene a la memoria uno de Borge en Segunda B, de muy lejos... Pero sobre todo uno: ¿Algún herculano recuerda un golazo desde medio campo de Palomino contra el Burgos en la anterior etapa en 2ªA? Aquel día saqué el pañuelo.

Como digo, todos tienen recuerdos de sus equipos y sus canchas. Haced el favor: mantenedlos en la mente, compartidlos, recordadlos. Son la memoria fútbol. Son la memoria del gol.



martes, noviembre 28, 2006

La memoria del gol (Parte II)

Continuando con nuestro particular viaje del cuero en la malla, llegamos a la década de los noventa y en ella van a prevalecer dos colores: el amarillo y el verde. O lo que es lo mismo, la tez oscura de los nuevos magos brasileros. A excepción de alguna de las múltiples maravillas que nos ha dejado el gran Zidane (Véase el gol de la final de la Champions ante el Bayern Leverkusen), desde los primeros noventa las obras de arte en forma de gol que uno recuerda, las han creado jugadores cariocas. En riguroso orden cronológico vamos a recordar en primer lugar a un verdadero crack. Una piraña de las áreas y de las discotecas. Un “jugador de dibujos animados”, como lo definió un día Valdano. Y es que la temporada 93-94 estuvo marcada en el mundo por un fenómeno de Río de Janeiro llamado Romario De Souza Faria: hizo 30 goles con el Barça sacándolo campeón y siendo el pichichi indiscutido de aquella Liga. Pero eso no fue todo, pues en verano lideró a Brasil en la consecución de su Tricampeonato Mundial, siendo además nombrado el mejor jugador del torneo. De todas formas Romario no aparece en estas líneas por tener gol, que lo tenía, sino por hacer de cada uno de ellos una pequeña obra maestra.

Realmente es el único jugador del que yo pueda recordar al menos diez goles que merecerían ser colgados de cualquier museo. La cola de vaca a Alkorta, la picadita a Abel, las tres perlas que le hizo a Alberto el primer día, los cuatro chicharros a Cedrún.... y muchos, muchos más porteros de equipos que ante semejantes maravillas sólo podían levantarse y aplaudir. Pero entre tanto regalo para la vista, podemos destacar uno. Era una noche invernal en Pamplona y el Barça desplegaba su magnificencia en el Sadar venciendo cómodamente por 1-3 cuando el balón le cayó a “Magic” Laudrup en los pies. Eran tres cuartos de cancha y la línea de cinco defensas de Osasuna defendía adelantada. Entre ellos se insertaba Romario intentando no caer en fuera de juego cuando vino la conexión: el danés intuyó el desmarque entre líneas del brasileño y, mirando a la grada, le puso un balón picado por encima de la defensa. Roberto, portero del Osasuna, fue el único que pudo reaccionar y salió a media área para hacerse con el esférico, pero era demasiado tarde, Romario sólo necesitaba un sutil toquecito para mandar una perfecta baselina que entraba majestuosa en el arco rojillo: el gol del año.

El pequeño Romario pronto dejaría Barcelona y abandonaría el fútbol español momentáneamente. Su regreso fue en Valencia, pero ya sin la chispa de antaño. Además, por aquel entonces un nuevo crack andaba por nuestra Liga. Curiosamente también era brasilero y también procedía del PSV Eindhoven. Su nombre: Ronaldo Luis Nazario de Lima. La temporada 96-.97 hizo 34 goles, algunos de impresión como los que convirtió en pletóricas carreras ante Valencia y Deportivo de la Coruña en Can Barça. Pero una imagen marcó aquella temporada. Fue tan increíble lo que Ronaldo hizo aquella tarde en Compostela que su sponsor, Nike, hizo un anuncio publicitario sobre ello. Aquel anunció empezaba entre nubes y decía: “imagina que le pides a Dios que te convierta en el mejor jugador del mundo... y Dios...te escucha...”, en ese momento, y acompasado de una música vertiginosa, las imágenes del nueve azulgrana galopando desde el centro del campo, regateando a ocho hombres y embocando en la red rival, se convertía en un recuerdo sistemático para el único gol en la historia capaz de competir con el del Pelusa a Inglaterra. La imagen de Bobby Robson con las manos en la cabeza tras ver aquello, dio la vuelta al mundo. Y es que el viejo Bobby hizo lo mismo que el resto de los mortales: alucinar con semejante maravilla.

Pero eso sólo era el principio. Ronaldo a continuado haciendo goles y goles, quizás cada vez menos atléticos pero siempre importantes y a veces también bonitos. Lo de Compostela fue su obra cumbre, pero hay otro tanto que no puedo olvidar. ¿Alguien se acuerda de la final de la UEFA Inter.-Lazio del 98? El resultado fue 3-0 para los neroazurri, pero la imagen del partido fue Ronaldo en carrera abusando a base de amagues de la cintura del meta Macherggiani hasta quebrar su cintura y convertir el tanto de la sentencia. ¡Cuantas niños casi se fracturan aquel año por intentar aquello en el patio del colegio!

Pero la historia seguiría...



La memoria del gol ( Parte I )


Goles son amores. Pero hay goles y golazos. Éstos últimos se ven de vez en cuando: grandes disparos lejanos, remates difíciles, regates múltiples o preciosas jugadas de equipo. Éstos son los que nos gusta ver. Pero luego hay una categoría sólo clasificable en el apartado de obras de arte. Son rarísimas y sólo posibles de realizar por unos cuantos elegidos. El sábado pasado vimos una. Realmente no somos muy originales, porque no hay rincón deportivo en el que no se hable de ello, pero es que el cuarto gol de Ronaldinho ante Villarreal es una creación tan sublime que no se puede hacer otra cosa. Es lo que tiene el arte: te atrae, te absorbe, te inspira y te evoca a otros mundos maravillosos. Lo que hace en el mundo del fútbol es llevar a la memoria por un recorrido de imágenes que puedan competir en belleza con lo que uno acaba de ver. Y es entonces cuando la memoria futbolística se engrandece al devolver al presente grades imágenes históricas.

El que escribe tan sólo ha vivido un cuarto de siglo futbolístico, pero ya alberga en la memoria algunas de esas joyas del arte balompédico. Y es que creció en la época dorada de un tal Maradona. Un señor bajito y regordete con una varita mágica en forma de pie izquierdo. Éste ha dejado en la memoria colectiva tantos de una factura excelsa: el más famoso es el segundo a Inglaterra en los cuartos del mundial de México 86. Pero hay más, mucho más. Como aquel que le hizo a River en el superclásico del fútbol argentino humillando a su defensa o el del recorte abusón al Madrid en la final de Copa. Hay otro menos conocido pero de una belleza incalculable y es el que hace con el Barça en el Pequeño Maracaná de Belgrado ante el Estrella Roja: es una contra diabólica en la que Diego recibe en carrera el en círculo central, con un solo toque de puntera deja atrás a dos defensores y a unos 35 metros de la portería y fuera del área ve al portero adelantado y le pica el balón hasta el mismo cielo para que caiga perfecto en el interior de la red. Una maravilla.

Un par de años más tarde había en Europa otros dos delanteros colosales que consiguieron tantos bellísimos y memorables. Uno era el delantero mexicano de Real Madrid Hugo Sánchez, “Hugol” para los merengues: una bestia. Un tipo que remataba los balones de todas las formas y en cualquier posición. Posiblemente el mejor rematador que han visto los campos españoles en la historia. Es imposible enumerar los goles que convirtió de chilena o de remates en plancha a un palmo del suelo. Pero es que encima tiraba las faltas de maestro. Nunca olvidaré un gol en el Sánchez Pizjuán en el último minuto que daba la victoria al Madrid: era un golpe franco a más de cuarenta metros del arco que defendía el mejor portero del mundo en aquel tiempo, el ruso Dassaev (en Sevilla lo llamaban “Rafaé”). Hugo puso un misil en la mismita escuadra izquierda sevillista, haciendo enmudecer a todo el coliseo hispalense.

Hugo era un crack. Pero hubo alguien que lo ensombreció en Europa y le birló un par de Balones de Oro. Se trata de un genio del fútbol llamado Marco Van Basten. El holandés fue uno de los delanteros más versátiles de la historia. Hizo goles de fuerte disparo, de cabeza, de larga jugada con regates... Pero entre todos destaca uno: el gol del año en 1988 y uno de los goles más importantes de la historia del Holanda. Quien lo vio en vivo o lo ha visto en vídeos no lo olvidará nunca. Fue la final de la Eurocopa 88 ante la URSS. Van Basten marcó el segundo para “la naranja mecánica” en un remate de bolea impresionante que se coló por la escuadra soviética tras volar durante unos segundos por el aire de Munich. Es, para mi, la bolea más bonita de la historia y, además, significaba el único título de selecciones en la historia del fútbol holandés.





domingo, noviembre 26, 2006

Tristeza

El lunes 6 de febrero de 2006 abría este blog con la ilusión de plasmar en él una vocación frustrada: el periodismo deportivo. En la ilusión del primer post recogí una noticia del momento; el comienzo de la temporada ciclista en España. Habían transcurrido dos carreras de la Challenge de Mallorca y, una temporada más, las dos victorias las había conseguido el sprinter Isaac Gálvez. La foto que adornaba el post era la de un exultante Gálvez consiguiendo el triunfo.

Hoy, domingo 26 de noviembre de 2006, nos despertamos con la noticia del fallecimiento de Gálvez. Esta madrugada, mientras disputaba la prueba de Madison en los 6 Días de Gante, ha colisionado contra un competidor y a volado por el velódromo con una caída mortal. Tenía 31 años. Es una noticia tristísima, y no es la primera muerte que reflejamos en este blog. Al menos ésta no tiene que ver con suicidios ni depresiones. Gálvez murió mientras hacía lo que más le gusta, competir en bicicleta. Y además mientras competía en su lugar favorito: la pista, en su prueba favorita: el Madison o Americana, y con su compañero del alma: Joan Llaneras. Ambos son los actuales campeones del mundo de la modalidad (lo han sido dos veces y una segundos) y han paseado para España también medallas olímpicas.

Gálvez, además, compartía la pista con la ruta. Este año, a parte de las mencionadas victorias en su tierra mallorquina, participó en el Tour de Francia como gregario del vencedor final, Oscar Pereiro. Nunca más lo volveremos a ver, pero prometemos no olvidarlo. Descanse en paz.

martes, noviembre 21, 2006

Si no hay torpedo, nos vamos

El lunes por la tarde el nadador australiano Ian Thorpe anunciaba su retirada de la competición profesional. De ésta forma el mundo del deporte se queda irremediablemente huérfano. Se va un grande, una auténtica fiera de las piscinas. Sin duda, los pies más rápidos de la historia de la natación. Un deporte que en España poco significa, pero que es uno de los grandes del movimiento olímpico y el deporte rey en algunos lugares como Australia. Allí, en el país de las antípodas, la natación comparte popularidad con otros dos deportes minoritarios en nuestro país; rugby y fútbol australiano. Y allí se han criado auténticos velocistas del agua como Michael Klim o Grant Hackettt. Pero entre todos ha sobresalido el joven Ian, “El Torpedo”, como le llaman sus fans. Un chico que con quince años fue campeón y recordman mundial de los 200 libres y con dieciséis campeón olímpico de 200 y 400. Un hombre que fue capaz de ostentar al mismo tiempo todos los records del mundo de medias distancias en piscina larga y corta. Y es que el australiano fue el monarca al mismo tiempo de los 200, 400, 800 y 1500 metros.
Hoy Thorpe sólo tiene veinticuatro años, es el deportista mejor pagado de su país y uno de los diez mejor pagados del mundo. El salón de casa de su madre es un auténtico museo dorado donde se recopilan innumerables medallas de todas las competiciones inimaginables. Por si fuera poco, resulta difícil caminar por cualquier gran ciudad del mundo sin ver una foto suya en un cartel. Seguro que lo has visto en tu ciudad, trajeado y anunciando una conocida marca italiana de moda. Pero ha decidido que ya fue gloria suficiente, que quiere vivir fuera del agua y las pantallas, que quiere ser una persona normal. Y nos deja a muchos tristes, y deja a otro niño prodigio como rey absoluto de las piscinas. Tratamos de comprender su decisión, pero no podemos dejar de soñar con lo que podían ser sus nuevas gestas. Pero, resignados, no podemos hacer más que sentarnos tranquilamente y recordar lo que ha sido: para los que hemos practicado ese deporte, verlo nadar es un auténtico espectáculo. Para los que aman la competición, revivir sus duelos con Van den Hoogenband en los 200 es todo un placer. Al menos, siempre nos quedarán los vídeos. De momento tenemos a Michael Phelps, pero a veces dan ganas de decir: “si no hay torpedo, nos vamos”.

Pirañas


Hay quien dice que es el olor a césped. Hay quien habla de los cánticos. Hay quien piensa que son las pipas. Los hay que prefieren a la morena de preferente. Otros dicen que es el sentimiento, el esfuerzo, los pases... Pero no, el fútbol no es eso. Queridos amigos, el fútbol son los GOLES. Los triunfos son los goles. Y los goles los marcan (normalmente) los delanteros. Por esa regla de tres, ¿podemos decir que el fútbol son los delanteros? Por supuesto que no, pero sin duda alguna son la punta del iceberg. De pequeño ninguno queríamos ser Chendo, Alexanco, Giner o Martagón. De chavales queríamos ser Lineker, Hugo Sánchez, Van Basten... Los defensas no se llevaban la gloria, las copas y los halagos. Las flores y los títulos individuales eran para los de arriba, para los que la meten. Algún despistado a veces quería ser Schuster, Martín Vázquez o algún otro, pero en el patio del colegio todos queríamos meter goles, nadie se pedía jugar de lateral derecho.

Si miramos el fútbol de hoy, existen (como siempre) grandiosos porteros, fantásticos defensas, extraordinarios centrocampistas... pero un equipo ganador necesita un buen delantero. Un asesino del área, un tipo que dentro del rectángulo la emboque cada vez que la pille. El equipo puede jugar maravillosamente bien, controlar el balón en el centro, fijar bien las marcas atrás y atar a la delantera rival, pero si los de arriba no la meten... Por ejemplo, si echamos un vistazo a la clasificación de la Liga veremos, por primera vez en unos años, un significativo corte entre los de arriba y los de abajo. Entre los que van a luchar por los títulos y los que, con suerte, lucharán por mantenerse. Si exceptuamos al Barcelona, donde las lesiones siguen haciendo estragos, analizando a los “grandes” la cuestión salta a la vista. No hace falta que diga equipos, basta con decir Van Nistelroy, Kanouté, Milito, Villa, Uche (ojo que el Recre anda por ahí)... Los buenos tienen goleador, a un “killer” que los mata. Sin embargo los de abajo... ¿alguien me dice quien es el pichichi de la Real Sociedad? (es un chico del filial, por cierto)
Además, lo bonito de los delanteros es que son como los flores. Los hay de todos los tamaños y colores. Los hay rápidos, los hay lentos, los hay altos, los hay bajitos, los hay blancos, los hay negros, los hay gordos (sin alusiones), los hay flacos... Pero, ¿qué tiene que tener un buen delantero centro? Lo cierto es que lo he pensado muchas veces. Muchos pueden pensar en que tiene que tener buen disparo, buen remate, ser habilidoso, tirar buenos desmarques... Yo siempre he pensado que un buen delantero, ante todo, debe saber colocarse, saber estar en el lugar justo en el momento adecuado. Cuántas veces hemos visto a esos delanteros que, a pesar de que no tienen mucha calidad, acaban las temporadas rondando los veinte goles. Esos delanteros que no hacen jugadas muy bonitas, pero que están ahí, en el área pequeñita y preparados para empujarla. A veces sólo es un mísero toque, pero es el que hace que todo cambie, que tú grites, que saltes en la grada o en el sofá. ¿Qué tiene que tener un buen delantero?. Por encima de todo, gol. Un delantero sin gol, ya puede rebosar calidad, que no sirve para nada. ¿Alguien se acuerda del Kluivert de la última época del Barça? ¡Cómo controlaba los balones!, pero a la hora de la verdad...

Da igual que el delantero no juegue bien. Da igual que no intervenga en todo el partido. Da igual que no corra o no defienda. Si el delantero la mete todo da igual. Al buen delantero le basta con tener una. El buen delantero es como una piraña, si ve una buena nunca la deja escapar. Y esas pirañas son las que hacen al fútbol lo que es, más que un deporte.

lunes, noviembre 13, 2006

El extraño ojo humano

(Aviso: el siguiente post puede parecer panfletario. Pero aún a riesgo de serlo, vamos a decir las cosas como las sentimos. Qué el lector extraiga lo que vea de verdad. En caso de duda, consulte a su oculista)
Qué cosas tiene la pasión. Qué cosas tiene el deporte. Qué cosas tiene el fútbol. Y porqué no decirlo, qué cosas tiene el periodismo deportivo. Hay que ver lo que puede cambiar un partido de fútbol según quien lo mire, según su estado de ánimo, según, por qué no, su estado de embriaguez. Pero sobre todo, cuánto puede cambiar un partido de fútbol según la camiseta que llevemos puesta. La fauna futbolística es variada y existe un florido elenco de tipos de aficionado al deporte rey, digno de clasificar para entender de lo que hablamos. Veámoslo:
Tipo 1. El forofo. Dícese del ejemplar embebido por un escudo y unos colores, cuyos reflejos van directamente al corazón. El forofo ama a su equipo, y como buen amor, se cabrea con él cuando pierde o juega mal. Y como buen amor, es generoso en derrochar pasión cuando su equipo le responde. En ocasiones puede tratar de ser objetivo, pero no suele conseguirlo, le puede el sentimiento.
Tipo 2. El “pseudoimparcial”. Dícese de aquel que va de entendido y amante del buen juego y al que (textual) “sólo le importa ver buen espectáculo, brillante, limpio y justo”. En realidad este ejemplar es lo que denominaríamos “forofo con careta”. Normalmente tiene un equipo en el corazón, un amor prohibido que surge en las situaciones límite. De cara a la galería pretende que sus comentarios sean “objetivos”, pero esa pasión escondida le hace desfigurar la realidad siempre a favor de sus sentimientos. Además, suele menospreciar al forofo por la subjetividad de su criterio.
Tipo 3. El ocasional. Ve el fútbol de uvas a peras. Sólo cuando se reúne con sus amigos o se aburre mucho en casa. Ni entiende de fútbol ni quiere aprender más, pero de cara al resto se esfuerza en aparentar conocimiento e incluso “forofismo”. Suele ser aficionado de equipos de segunda fila y sin ningún tipo de relación con su lugar de nacimiento o residencia. Su equipo realmente es una excusa para festejar cuando gana y un escudo para defenderse de sus amigos los forofos. Es ciertamente inofensivo.
Evidentemente estos son los tipos generales. A grandes rasgos el aficionado al fútbol puede encasillarse en uno de los tres. Por su puesto existen subtipos dentro de cada uno, pero no vamos a detenernos en ellos.


Mayoritariamente, el amante del fútbol pertenece al primer tipo. Generalmente es forofo de un equipo grande o del de su ciudad de nacimiento o residencia. Su mayor virtud es que va de frente, sabes por donde va a salir y qué puede opinar, pues nunca se esconde (“soy del Hércules y punto”). Pero también es cierto que entre el aficionado de a pie se infiltra frecuentemente el “pseudoimparcial”. Nunca va de frente, pero normalmente el forofo lo tiene fichado. En España, la mayor reunión de “pseudoimparciales” la encontramos en la prensa deportiva. Los periodistas siempre van de entendidos objetivos, pero a poco que se les provoque, muestran sus verdaderos sentimientos y su desvirtuada opinión. Normalmente esto no debería ser malo, pero se convierte en negativo en el momento en que tratan de generar corrientes de opinión desde su supuesta “imparcialidad”. En ese momento el aficionado puede resultar gravemente engañado según quien le hable. El forofo suele tener clara su opinión y es inamovible, por lo que el mayor perjudicado suele ser el ocasional; como no entiende mucho y no ha visto el partido (o lo ha visto a trozos) se deja llevar por lo que escucha, dándole al “pseudoimparcial” la alegría de haber conseguido su objetivo.
Todo esto viene al caso por un partido que vi ayer. En ese encuentro yo vi un árbitro que permitía constante juego brusco a un equipo sin mostrar amonestaciones y permitiendo que lesionaran a dos jugadores en media hora. Un asistente que se equivocó gravemente al expulsar a un jugador por presunta agresión en lo que sólo era un forcejeo del juego. Una expulsión justa a un central que derriba al delantero cuando éste se disponía a encarar al portero. Y una falta dudosa (la primera pitada después de muchas, muchas patadas sin sanción) que supone la ventaja en el marcador del equipo más perjudicado por el arbitraje. Sin embargo otros, de forma “imparcial”, vieron un complot arbitral a favor de un equipo durante tres años.
Yo soy un forofo. ¿Tú que eres? ¿Tú que viste?

martes, septiembre 26, 2006

¿Por qué un grillo?

Me lo preguntaba un joven aficionado el año pasado en la meta del Mundial de Madrid. "Porque es pequeñito y siempre hace ruido", respondí convincente. E hizo ruido, como tantas veces, como siempre. Pero se quedó sin gloria, como tan pocas veces, pero como siempre en el mundial. El grillo siempre suena, especialmente en las carreras de un día, pero también en etapas de vueltas grandes. Lo ha ganado todo, hasta el domingo casi todo. Desde hace años era el rey de las grandes clásicas. Lo recuerdo especialmente feliz ganando en San Remo, en su casa, donde les gusta a los italianos. Porque este grillo es italiano. Pero no es un grillo molesto, al menos para los aficionados. Para nosotros es todo lo contrario, es un grillo querido, un grillo esperado, un grillo al que todos buscamos en los grandes momentos de las carreras. Para el resto de animales del pelotón es un grillo temido y muchas veces odiado. A ellos no les gusta verle, no quieren oírle, le buscan siempre de reojo, saben que va a venir pero sueñan con que un día no lo haga. Pero el grillo siempre viene, el grillo siempre llega y por eso se ha acabado ganando el respeto de la selva. A fuerza de oírlo gritar y de verle el cullotte en los momentos decisivos.
Nuestro grillo se llama Paolo y no tiene miedo. Le gusta deslizarse por el pelotón e ir rápida y secretamente, como un ladrón, como una sombra. Va de adelante hacia atrás y viceversa, varias veces, muy rápido...y de repente desaparece. Los más avispados lo han detectado, lo han intuído pero lo han perdido de vista. Quedan ya pocos kilómetros para la meta e impera una calma tensa, los favoritos se miran, se vigilan, se desafían, pero... ¿dónde está el grillo? cri-cri-cri...¡míralo, ha aparecido milagrosamente en cabeza! Ahí va, agazapado sobre su bici, concentrado, serio, con los ojos desafiantes, como acumulando fuerzas. Cada vez el cri-cri es más agudo, más fuerte...todos esperan el hachazo. Y el grillo no defrauda, el grillo siempre ataca, y siempre lo hace de verdad, nunca a medias, nunca de prueba, siempre de verdad. Aprieta los dientes, mira al suelo y pedalea. A veces no se marcha a la primera, pero este grillo es cabezota. Lo intenta uno y otra vez. Cada vez más duro. Siempre en serio.
Pero si a pesar de todo no logra marcharse, el grillo guarda un arma secreta: su rabia, su velocidad. Y es que este grillo no se cansa, por muchos años que pasen, cada vez es más fuerte y más listo. Porque la mayor virtud de Paolo es la inteligencia. Sabe elegir el momento, sabe leer el miedo de sus rivales, sabe detectar la flojera de sus piernas, sabe siempre cuál es la rueda buena y sabe minar la moral de sus adversarios.

El domingo el grillo tenía una cita con la historia y consigo mismo. Sabiendo cerca su retirada necesitaba conseguir la única victoria importante que le faltaba. Ese mundial maldito, el que tantas veces había buscado y tantas le había dado la espaldas. Ese en el que le había faltado la suerte, ese que se resistía. Por eso lo dió todo, por eso desplegó el ritual, se agazapó, atacó, volvió a atacar, hasta tres veces en serio... pero como así no era posible, buscó la rueda buena, la del favorito, la del joven Valverde. En ese momento se sintió ganador, sabía que era el momento y lo hizo. Al entrar en meta Paolo Bettini frenó en seco, se bajó de la bici, su mejor amiga y la alzó al cielo de Salzburgo. ¡¡Por fin!! Era su alegría y la de todos. Por primera vez en mucho tiempo vimos algo increíble: a todos sus rivales acercarse a medida que llegaban a meta para besarle, abrazarle y felicitarle. Y es que Paolo no sólo es un grillo, sino que es más que eso, es el rey del pelotón y el símbolo de la lucha de un deporte tocado.

lunes, septiembre 18, 2006

Genealogía

Los moteros son una gran familia. Como tal hay avenencias, desavenencias, alegrías y decepciones. No siempre es una familia feliz, muchos de sus miembros no se soportan aún debajo del mismo techo. Pero es una familia exitosa. Hace ya unas décadas, los antepasados del árbol crearon ese estigma de vencedores que hoy rodea a los pilotos españoles. Apellidos como Bultó, Tormo o Nieto empiezan a conformar un frondoso conjunto que, extendido en múltiples ramas empieza a dar sabrosos frutos; Pons, Cardús, Aspar... la familia continúa, cada uno a su manera, cada cual con su personalidad, con sus trazadas, con sus cilindradas, con sus triunfos. Dantín, Alzamora, Puig: calvos, locos, temperamentales... hay de todo en la familia y más triunfos. Checa, el hombre milagro (verle vivo no se explica después de lo que pasó). Crivillé, un genio que destronó al Rey de los canguros. Gibernau, ¡hay Sete, que tardes con "El Doctor" aquel año!. Más Nieto(s), Elías, Pedrosa... ¿la culminación?
Ha pasado el tiempo, el árbol ha crecido, cada vez luce más, cada año llegan triunfos. Es bonito acostumbrarse a ganar, es bonito disfurtarlo, pero la competencia es dura. A los aficionados nos llegan las banderas, los himnos y el cava. Pero también las peleas, las declaraciones, los insultos. Supongo que forma parte del espectáculo, del mundo de los moteros. Una temporada sin increpaciones cruzadas y sin polémicas declaraciones subidas de tono sería como el pesaje de un combate de boxeo sin bronca. Es clarificador que en muchos combates pugilísitcos de primer nivel haya muchas veces más medios acreditados en las conferencias de prensa que en la propia pelea: es que la gresca va en el pack. Y en las motos es lo mismo, forma parte del showtime. A la gente le encantaba escuhar a Rossi y a Biaggi insultarse en los micrófonos y ver en la pista como éste le metía los codos al otro, o como aquel le sacaba el dedito al barbudo tras rebasarle en la última vuelta. En la familia de moteros españoles esto tampoco podía faltar. Uno de los nuevos ídolos, Jorge Lorenzo, es el chico malo del corral. Empezó increpando a Pedrosa y continuó haciéndolo con su actual compañero de equipo, Héctor Barbera. La lengua muy larga fuera de la pista y el mismo genio dentro. No es racional, pero a la gente le encanta, porque es lo que quiere, ruido. humo, polémica: circo.
Lorenzo será en breve Campeón del Mundo en la cilindrada de 250 c.c. Pero en el árbol ya hay un nuevo campeón, con la magia de la familia, pero del lado de los calladitos, de los sonrientes, de los que caen bien. Es de Talavera, se llama Álvaro, se apellida Bautista y ayer se coronó World Champión en la cilindrada de 125 c.c. tras un dominio aplastante durante todo el año. Es un nuevo triunfo de la familia y esta no deja de crecer, algo muy importante para los moteros españoles. Y es que el que era deporte rey de la gasolina en España durante décadas, parece ahora ensombrecido por la alargada sombra del coche de Fernando Alonso. Pero las motos resisten; con exhibiciones y naugragios, con pan y circo. La genealogía sigue en forma, a pesar de todo y con todo.