viernes, julio 07, 2006

Gran Final


Y llegó la gran final del Mundial de fútbol. Y, por mucho que algunos quieran ahora subirse al carrito, pocos, poquitos hubieran apostado dinero por un Italia-Francia. Lo de Italia entraba en los pronósticos por su compensada plantilla, su calidad y su demostrado nivel competitivo. Aunque en contra suya jugaban dos factores importantes: estar en el cuadro del anfitrión y, sobre todo, la presión mediática de los últimos acontecimientos ocurridos en Italia con el "escándalo Moggi". Pero el equipo de Lippi ha sabido crecer durante la competición y, tras una primera fase de "aprobado justito", ha levantado el vuelo con magnificencia hasta vencer a Alemania en semifinales con un fútbol muy apetecible y un punto de épica sólo reservado para elegidos.
En los azzurri, dando por descontado la maestría con la que el seleccionador ha manejado los tiempos de la competición, hay que hacer unas menciones especiales: Empezando por atrás, un respeto para un grande de los palos, Gianluiggi Buffon; hace un par de años considerado el mejor portero del mundo sin discusión, parecía que últimamente era ensombrecido por dos bestias como Petter Cezch y nuestro Iker. Pero una victoria de Italia en la final del domingo volvería a encumbrarle en lo más alto de los arqueros mundiales, puesto que posiblemente empezó a perder en los penaltis de aquella final de la Champions contra el Milan.
Un poquito más arriba encontramos, para mi, el mejor defensa del mundial sin discusión y posiblemente el mejor central del mundo (lo dice un devoto de Don Carles Puyol). Creo que hay que rendirse ante el juego que en Alemania está ofreciendo el medático Fabio Cannavaro: rápido, certero, hábil, luchador, ágil, incansable, pícaro, valiente... creo que se acaban los calificativos para este jugador maravilloso. Si yo fuera entrenador lo querría sin duda para todos mis equipos. Siempre ha tenido la aureola de un gran defensor, pero el recital que dió en la semi contra Alemania fue tan evidente que no creo que a nadie ya le quede dudas sobre su calidad.
Seguimos avanzando y en la media encontramos un gran plantel donde se une garra y calidad. Respeto a Gatusso y su labor, pero me inclino por lo segundo y por una dupla de auténtico lujo. Y es que lo que son capaces de hacer Totti y Pirlo con el balón es propio de una selecta minoría futbolística. ¡Qué par de jugones! ¡Y qué par de... valentía de Lippi al ponerlos juntos en el partido decisivo, algo poco propio del calcio! Pero una vez más el fútbol se impuso.
Y arriba, mucha mucha dinamita, y es que tenemos la experiencia de Del Piero, el remate de Iaquinta, la velocidad de Gilardino y, sobre todo, la polivalencia de, para mi, uno de los descubrimientos del mundial: Luca Toni. Es cierto que no ha hecho muchos goles pero ¡qué jugador!. Podría escribir muchas cosas del él, pero creo que lo mejor que pueden hacer es verlo jugar. Háganle un seguimiento en un partido y luego me cuentan.
Pero antes de pasar a Francia no quiero dejar a los transalpinos sin citar un nombre que, aunque no ha sonado mucho, merece una espcial mención por lo que le ha aportado a Italia en esta competición y por que puede convertirse en otro jugador de referencia en el calcio de los próximos años. Me refiero a Grosso y al excelente mundial que está haciendo. Sólo repasen partidos como el de Austrlia y el de Alemania y me hablan del jugador decisivo... Otro descubrimiento.
Aunque para descubrimientos el de Francia. ¡O debería decir redescubrimiento! Porque salvo Ribery, Govou o Malouda (esté algo más conocido), al resto nos los sabíamos de memoria. Y es que son los mismos del 98 y el 2000, del doblete de seleciones: Barthez, Thuram, Vieira, Zidane, Henry, etc.. Y no nos engañemos, los mismos de los sonados batacazos del Mundial 2002 y la pasada Eurocopa de Portugal. Dejando de lado oportunismos e hipocresías, nadie (empezando por mi) daba un duro por los "bleus" en Alemania, no sólo antes de empezar la competición, sino viendo la primera fase realizada donde se clasificaron de milagro en un grupo más que accesible.
A Francia le falta soltura, fluidez, mucha de la fantasía que antes tenía y espectáculo. Pero a partir de octavos todo eso empezó a suplirse con orden, carácter, disciplina, entrega, calidad y, sobre todo, experiencia. Ninguna de las victorias de Francia (España, Brasil, Portugal) han sido muy bonitas, pero todas han sido una lección de estrategía, de orden y de saber leer el tempo de los partidos. Francia en todos los cruces ha sabido saber a que jugaba, ha aprendido a conocer sus límites y a impuesto a sus rivales el ritmo de partido que les ha interesado en cada momento. Normalmente ha sido un ritmo lento, cansino, exasperante, irritante si me apuran, pero que ha conseguido desquiciar al rival hasta que aparecían los zarpazos de calidad que han decidido los partidos: Oficio de Vieira y exquisitez de Zidane contra España, maestría de Zizou y ejecución de Henry contra Brasil, y sangre fría y control de Zinedine y sus compañeros contra Portugal. La recompensa es la final del domingo y la causa puede tener varios nombres pero en la línea anterior se repite uno de forma sintomática: Zidane, Zizou, Zinedine... ZZZ, los irónicos pueden pensar que son la onomatopeya del juego galo, pero realmente son el súbito renaciomiento de un jugador maravilloso. Es cierto que Zidane no ha aparecido demasiado en ninguno de los choques, pero cuando lo ha hecho ha sido para regalarle al fútbol alguna genialidad que, casi siempre, ha resuelto el partido. En la semi contra Portugal Zizou no tocaría más de 15 o 20 balones en todo el partido, pero ¿alguién puede decirme si perdió alguno? ¿si hizo algún movimiento o pase innecesario? ¿si cada vez que tocó el balón no parecía Monet pintando una obra de arte?
Una maravilla. Y por cierto ¿quién dijo que no aguantaba un partido de 90 minutos?
En fin, que Francia e Italia nos han tapado la boquita a casi todos. Los primeros porque no estaban tan acabados como creíamos (yo el primero) y los segundos porque podían darnos un fútbol en el que no confiábamos. El domingo la gran final, no sé si bonita pero emocionante seguro, además de curiosa por ser una repetición de la preciosa final de la Eurocopa del 2000 auque ahora con los papeles cambiados: Francia jugando a la italiana e Italia a la francesa. Como se dice en los toros: ¡Qué Dios reparta suerte!

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