viernes, julio 28, 2006

Sangre (sombras amarillas)

Hay que ver que poco dura la alegría en casita del pobre. El pobre es el afcionado al ciclismo. La alegría es el magnífico espectáculo que vimos en el Tour. Y el palo es el nuevo positivo de un campeón. La magnífica resurrección de Landis en Morzine tras la increíble pájara del día anterior es... mentira.
La cosa cada vez está más negra; pintaba muy mal antes del Tour, peor la primera semana, pero se arregló con fantasía para que todos volviéramos a disfrutar y a olvidar los males de un deporte (cuantas veces lo hemos dicho) gravemente herido. A la espera del contraanálisis (aún no conozco ninguno que exculpe al deportista cazado), el positivo por testosterona de Landis es un nuevo manchurrón. Y es que si analizamos fríamente las cosas, no pueden ser más tristes: de las últimas tras grandes carreras del mundo, los tres campeones han quedado manchados por el dopaje. Roberto Heras, campeón de la Vuelta 2005, fue desposeído y suspendido por un positivo de EPO. Ivan Basso, brillante vencedor del Giro 2006 y gran favorito para el Tour, ha sido apartado del pelotón por su implicación en la "Operación Puerto" ("Birillo" ¿recuerdan?). Y ahora Landis, flamante vencedor del Tour 2006, positivo de testosterona.
Pero lo peor no acaba ahí. El segundo en la Vuelta 2005 y virtual ganador, Denis Menchov, también parecía estar en la famosa lista negra de Eufemiano (todavía no confirmado). El sorprendente segundo en el Giro 2006, nuestro Quique Gutiérrez (iba como una moto), resultó ser uno de los mayores clientes de la red de transfusiones y sangre enriquecida. El pobre Pereiro está limpio hasta que no se demuestre lo contrario, pero después de todos estos acontecimientos uno ya no sabe que pensar...
Ayer noche, en el programa El larguero de la Cadena SER hubo un debate muy interesante. El tema era el positivo de Landis y los bandos estaban claros: los dos periodistas (Joseba Larrañaga y Juanma Castaño) opinaban igual frente al pensamiento de dos famosos ex-ciclistas (Perico Delgado y González Linares). Mientras que los periodistas opinaban que el positivo de Landis es la peor noticia que se le podía dar al ciclismo ahora que parecía recobrar vida tras el Tour, los profesionales pensaban que era una buena noticia. Todos coincidían en la tristeza del asunto, pero Delgado y Linares afirmaban que la desposesión de Landis, como la de Heras o la suspensión de Basso o Ullrich, son algo bueno porque demuestran que el ciclismo no oculta estos casos como hacen otros deportes y que muestra una clara voluntad de lucha contra los tramposos se llamen como se llamen. Y aquí no les falta razón. El ciclismo puede ser un deporte de tramposos, pero el que la hace (o le pillan, mejor dicho) la paga, cosa que no pasa en otros deportes: ahí están Gurpegui, Guardiola, Davis o Ronald de Boer por hablar de casos de futbolistas. Si nos vamos a atletas, jugadores de baloncesto, boxeadores o tenistas, la lista de deportistas con los que se ha hecho la vista gorda en cuestiones de dopaje es bastante extensa y ridícula. El palo para el ciclismo es grande, muy grande, y puede que mortal. Pero las cosas como son: es el deporte que más duramente castiga a los tramposos (los equipos suspenden a los corredores ante cualquier sopecha de valores analíticos anormales) y el que siempre se ha mostrado a la cabeza de la lucha antidoping. No olvidemos que fue el primer deporte, hace ya bastantes años, en incluir las pruebas sanguíneas en los análisis rutinarios, por no hablar de los asaltos de los comisarios de la UCI a las casas de los ciclistas en períodos vacacionales para inatentar pillarlos in fraganti. Sin ir más lejos, en el futbol todavía se usan mayoritariamente los controles de orina para el antidoping, cuando es sabido que no son ni la mitad de fiables que los de sangre. Pero bien, unos tienen la fama y otros...
En cuanto a que Pereiro sea el ganador del Tour, pues supongo que es un reconocimiento oficial al gran trabajo realizado y de forma limpia. Realmente esto cambia poco nuestra opinión sobre el Tour de Pereiro, que ya era excepcional antes de todo. Él fue el segundo mejor corredor del Tour. Si el primero estaba manchado, pues él es el verdadero ganador. Pero nadie le va a quitar el no subir al número 1 en París, de amarillo y con esa copa negra tan fea que le dan al vencedor. A la historia pasará como el ganador del 2006 pero ¿alguien se acuerda que Carl Lewis ganó el oro en Seul 88 batiendo el récord del mundo de cien metros? ¿O recuerdan como Benn Johnson lo bapuleó dopado en la pista con un crono surrealista?
En fin, supongo que todo esto no acaba aquí...

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