jueves, agosto 31, 2006

Dale Tate

Sábado 5 de Agosto de 2006, 14:30 horas, una carretera dirección Rafaela, provincia de Santa Fe, República Argentina. Una caravana interminable de coches convierten la ruta en una serpiente multicolor, las banderas rojiblancas salen de las ventanillas para marcar el camino y algunos cláxones calientan el ambiente: estamos a 30 kilómetros pero ya se siente el rugir de la cancha, la emoción me embriaga por momentos. Mis compañeros de viaje, ataviados con sus remeras de Unión, me observan con la ilusión del que le muestra su más preciado tesoro a un amigo. Hoy voy a ver al Tate, el club casi centenario de Santa Fe, el equipo de mis primos argentinos. Hoy voy a ver fútbol allí donde más se ama. Nico me pasa el mate y me hace un guiño: "te va a gustar".
Estamos en el arranque del campeonato de fútbol argentino en la división Nacional B (lo que sería la Segunda A española). Se enfrentan en Rafaela, el Club Atlético Ben-hur y el Club Atlético Unión de Santa Fe, un histórico del futbol argentino y perenne candidato al ascenso desde su última militancia en la máxima categoría allá por 1996. Apodados los "tatengues", los hinchas de Unión esperan que este año sea el definitivo, el del ascenso, y sueñan con nuevas gestas y nuevos clásicos contra el club de sus odios, Colón de Santa Fe, el "sabalero".
Son las 14:57, aparcamos el coche a unos trescientos metros de la cancha. El control policial a la entrada de Rafaela nos ha retrasado y llegamos sobre la hora. Una avalancha de aficionados rojiblancos en la misma situación corre hacia el estadio; nos sumamos a la carrera hasta que los caballos de la policía nos detienen. Separados en tres filas, somos cacheados a la entrada de uno de los fondos de la cancha y acabamos entrando agolpados por un túnel esquinero. Lo que ven mis ojos no tiene desperdicio: un campo minúsculo rodeado de una pequeñísima grada de piedra que llega hasta el fondo donde me encuentro. Allí, y detrás de una altísima vaya repleta de banderas y pancartas de Unión, se levanta un tribuna de tablones de madera que me recibe rebosante y excitada: "Olé, olé, olé/ olé, olé/ olé, olá/ Olé, olé, olé, cada dia te quiero más... yo soy tatengue, es un sentimiento, no puedo parar..."
4.000 hinchas tatengues no paran de cantar cuando comienza el partido, ¡¡es impresionante!!. Como no podemos acceder a la tribuna porque no cabe un alfiler, tratamos de seguir el juego desde alguna de las rendijas que dejan las banderas de la valla. El juego es trabado; poca calidad y mucho corazón. Unión ha empezado fuerte, con garra y alentado por su hichada: "Desde que estaba en la cuna, la del tate siempre vestí...Yo te sigo a todas partes, sos la razón de mí existir... Por eso te pido Tatengue, ponga huevo con el corazón....Tatengue mas que un sentimiento es una pasión..."
No han pasado ni diez minutos y en una venida de Unión el árbitro pita penalti por manos dentro del área; ¡puede ser el primero!. Rosales, uno de los ídolos de la hinchada, se prepara para lanzar. Estiro el cuello todo lo que puedo pero es imposible, no puedo ver la totalidad de la portería por la que debe entrar el balón ya que estamos justo detrás y las banderas y la gente agolpada en el foso no me dan visión. El 10 del Tate toma carrera y dispara... No lo veo pero lo siento: ¡¡GOOOOOOOL!!! y la tribuna se me viene encima. La hinchada de unión enloquece, salto, y me abrazo a Nico. Luego, ávidos entre la felicidad y la confusión, aprovechamos el revuelo para trepar por la tribuna y alcanzar un lugar mejor para seguir viendo el partido. Ya sobre los tablones empiezo a entender que el fútbol aquí no es sólo deporte, es pasión, es un sentimiento. Salto, canto, me desgañito, no entiendo como esos pírricos tablones aguantan a cuatromil personas botando encima. ¡¡GOOOOOOOL!! El número 9, Rami, ha hecho el segundo para Unión, segunda avalancha, me agarro al cuello del tipo que hay delante y me dejo llevar... El ambiente es indescriptible: "Poromponpón, poronpompón, el que no salte es de Colón..." y todos saltamos...
En la segunda parte las cosas se tuercen y, a pesar del 0-2 inicial, Ben-hur logra empatar el partido para excitación de su hinchada. De ella sobresale entonces un tipo que se destapa con la camiseta de Colón. La tribuna tatengue estalla y señala: "Raza puta, raza puta...". Y las piedras empiezan a volar de un lado a otro. El partido se calienta por momentos. El equipo local empieza a creer en la remontada pero Unión se viene arriba, saca fuerzas, se crece y pone el corazón. La hinchada alienta y lo lleva en volandas: "Esta es la banda loca, la banda loca de la Avenida... la que lo sigue al Tate a todas partes con alegría.. Vamos a poner más huevo que la vuelta vamos a dar, y a toda la raza puta se lo vamos a dedicar..." Y alguien escucha el canto, Rosales se ilumina y hace una golazo. La tribuna explota definitivamente, tercera avalancha y yo no puedo dejar de gritar ¡¡GOOOOOOOOL!! Me abrazo con la gente y salto, y canto, y los comprendo, y ya no me da miedo que se quiebren los tablones. La hinchada late y sigue cantando cuando el árbitro pita el final; me quiero quedar allí para siempre: "Dale dale dale Unión, dale dale dale Unión, dale dale dale Tate, dale dale Tate, dale dale Unión..."

(Gracias a Pablo, a Nico y a Mateo por aquella tarde inolvidable. Gracias a Andrea y a todos por el mate tatengue. Esto es un homenaje a vosotros y a Unión, que se ha quedado en mi corazón.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Imagino que debe de ser muy diferente el futbol por alli y más conociendo la situacion economica.

Lo que no me ha quedado claro es donde está Argentina; ¿es un pais situado junto a Uruguay y que tambien tiene dos mundiales?? jejeje

No se me enfaden... Saludos de un "gallego"

Luisen dijo...

Impresionante Carlitos... se me puso la carne de gallina leyéndote.
Debe ser algo inolvidable...te envidio.
Un abrazo blanquiazul, que esa nunca la cambiarás, por mucho fútbol del país del D10S que veas...