pupitres. Así es la Liga, ya nadie se acuerda de los tropiezos pasados, e incluso algunos ni se acuerdan de las victorias (de los bandarras siempre se acuerda uno, que le vamos a hacer), pues la pretemporada ha sido bochornosa en más de un caso. Me refiero, por ejemplo, al Real Madrid, que no podía haber empezado peor el curso balompédico. El problema es que los males no están en el presente, sino que muchos buscan la tosca y lejana sombra de Capello, no se sabe bien si como remedio salvador, o como quien se pone esa chaqueta horrible, pero que todo el mundo dice que te queda tan bien. Y es ahora, cuando las cosas marchan más lentas de lo normal, cuando el engranaje todavía chirría, cuando el talonario es más un milagro que un recurso… es ahora cuando muchos se acuerdan de Capello. – ¡Ay Capello!, ¡Qué mal jugábamos, pero que bien ganábamos! –. Normalmente eso es lo que pasa cuando uno quiere ir de exquisito en un fútbol actual donde tentetieso, patadón y “catenaccio” son el pan de cada día. Lo que ocurre es que con Capello, tentetieso y patadón sí, pero ni siquiera “catenaccio”, más bien defensa artrítica pero voluntariosa y muchos, muchos c... ¡balones!Parece entonces que por Madrid está de moda decir que echar a Capello fue un error. Lo cierto es que sería más que probable que con el italiano de las gafas, el jamón y el dedito a la grada, el equipo blanco no hubiera hecho el ridículo (sí, sí, ridículo) en la Supercopa y en su propio Estadio – demasiado bonito – pensarían algunos – para un fútbol tan mediocre –. Pero igual de cierto es que no puede exigírsele a Schuster que de un mes para otro haga un equipo serio, goleador, que juegue bonito y que encima está en forma. ¡No fastidies! Y es que la prensa deportiva muchas veces equivoca los conceptos; me inclino más a pensar que por querer vender periódicos antes de por ser unos ingenuos recién caídos del árbol. La culpabilidad de Schuster no reside en no haber conseguido armar un equipo en seis semanas, sino más bien en no haberse creído todavía entrenador del Madrid. No se lo ha creído por la sencilla razón de que no se ha impuesto al Presidente y al Director Deportivo que más gasta en gomina de toda la LFP, a la hora de formar una plantilla que llevan planificando desde abril, Sí, sí, desde abril, que es cuando se decidió su fichaje y el cese de Capello, en quien nadie confiaba para hacer un equipo campeón, ni siquiera a ocho jornadas del final.

Ahí está la culpa de Schuster, una culpa que no se sabe bien si es por elegir o por consentir. Y es que no se entiende que decidan la compra de Saviola (también en abril, sí, sí, en abril) y la confianza en Soldado, y en el momento en que llevan tres partidos sin hacerle un gol al arco iris, se pongan todos tan nerviosos buscando un 9 de última hora, con prisas y mucho más caro debido a los caprichos del mercado y el último minuto. Al igual que resulta kafkiano comprender porqué se tensa todo el mercado europeo para fichar a un lateral izquierdo (Drenthe), y de repente resulta que a éste no le gusta jugar ahí y hay que volver con las prisas a fichar a otro… carito, carito, aunque extraordinario jugadorazo, todo sea dicho. Pero otra vez estamos en las mismas, ¿Heinze es central o es lateral? (A mi me encanta de lateral). Si es central, como dice la periodista de la ser María Bretones (¿pero esta chica sabe algo de fútbol?) ¿Para qué narices ficharon los primeros a Metzelder y a Pepe? Por cierto, este último de lo mejorcito, para mi, de la pretemporada, a pesar de sus 30 millones de Euros.






































